Tuesday, November 14, 2006

SOLAMENTE POSADA

Autor: Recopilación de varias pastorelas, por Yanin I. Ordoñez Islas

Actores: Narrador 1, Narrador 2 María, José, Gabriel y 2 ángeles, Luzbel y 2 diablos, Gestas (el ladrón malo), Dimas (El buen ladrón), Esther, Posadera, Zaqueo, Epulon (el rico amante de los banquetes) Blasa, Bartola y Lupita (pastores).

Narrador 1: Las pastorelas, son una representación teatral del nacimiento de Jesús, la llegada de los Reyes Magos y la lucha constante entre el bien y el mal representada por ángeles y demonios. Se llaman pastorelas porque los principales actores son unos pastores, que luchan contra las tentaciones que les presenta el demonio mientras buscan a Jesús, que ha nacido en un portal de Belén. El teatro pastoral tuvo su origen en Italia en el siglo XVI, gracias a los frailes franciscanos, quienes lo introdujeron a México durante la conquista espiritual después de la llegada de los españoles. Las pastorelas fueron utilizadas para la evangelización de los indígenas, ya que de forma graciosa, los frailes enseñaban el catecismo y daban a conocer a los indios la vida de Jesús. A los indios les gustaban mucho las pastorelas porque estaban acostumbrados a los bailes, mitotes o pantomimas de sus celebraciones y así sentían que podían conservar sus tradiciones.
Narrador 2: Las primeras pastorelas en México fueron promovidas por Fray Juan de Zumárraga, quién ordenó en 1530, la escenificación de la "Natividad Gozosa de Nuestro Salvador", o sea del nacimiento de Jesucristo. Hoy los niños del Colegio Español continuamos con esta labor, tratando de llevar a sus corazones el mensaje de amor del nacimiento del niño Jesús, con esta pastorela llamada “No encontraron lugar”; pero, ¿Por qué no encontraron lugar en la posada? No lo sabemos. Solamente podemos hacer suposiciones. Pero sospechamos que, en el fondo, el único motivo fue nuestro egoísmo, siempre presente para entorpecer los intentos de Dios de hacerse presente en nuestra vida. Hoy todavía, le cerramos muchas puertas a Jesús, pero él insiste en tocarlas.
Narrador 1 y 2: Esta navidad abre la puerta de tu corazón y permítele entrar.

ESCENA 1 (Belén)

Gestas: ¡Bendito el César que vino a incrementar nuestro trabajo! Esta es una buena temporada para nosotros. Anímate Dimas, con unos cuantos clientes más nos haremos ricos.

Dimas: Gracias a que el césar ordenó que todos los habitantes de Palestina se empadronaran en su Ciudad de origen, estos caminos, siempre tan solitarios, se han llenado de viajeros. No nos ha ido tan mal. Gestas, si la cosa sigue así, me podré retirar de esta profesión para comprarme una tierra y dedicarme a labrador. Ya no seré un hombre sin trabajo ni un muerto de hambre.

Gestas: ¿Retirarte?, ¡estas loco!; yo no me retiraré jamás. En esta profesión hay aventura, suspenso y grandes ganancias. Dinero fácil que llega a tu bolsa sin trabajar. ¡qué trabajen los tontos!, y que trabajen para mi. Yo me limitaré a quedarme con sus ganancias y a darme la gran vida.

(En este momento los diablos entran en escena acercándose sigilosamente a los ladrones y poniéndose a escuchar. Participa en el diálogo con gestos de aprobación de rechazo dirigidos al público)
Dimas: Pues yo no veo que como ladrones nos demos la gran vida. El dinero se nos va como agua y siempre tenemos que vivir ocultos por miedo a que nos descubran.
Gestas: Tienes razón, ya el dinero no sirve para nada.
Dimas: Mi madre decía que el dinero robado estaba salado por el sufrimiento de los pobres.
Gestas: Esas son supersticiones.
Luzbel: ¡Estoy de acuerdo contigo, colega!
Gestas: ¿Colega? ¿También eres ladrón?
Diablo 1: Y de los mejores, porque no se conforma con robar dinero, el roba lo más valioso del hombre.
Dimas: ¿Joyas, oro, antigüedades?
Diablo 2: No, eso no es nada; pero mi jefe no quiere quitarles el trabajo ni viene a hacerles la competencia. Quiere hacerles un favor.
Dimas: Nadie hace favores gratis.
Gestas: Pero podríamos empezar a hacerlos si nos conviene. A ver, cuenta.
Dimas: Gestas, esto me huele mal.
Luzbel: (hablando con sus diablitos) ¿Dimas ya notaría mi olor a azufre? Que raro, yo me puse mucho desodorante.
Gestas: No seas miedoso, Dimas. Vamos, socio, cuenta, cuenta.
Luzbel: Por este camino que viene a Jerusalén, dentro de poco, esta misma noche, llegarán dos viajeros. Solo les pido que los asalten y, si es posible, que los maten.

Gestas: ¿Y qué ganamos nostros?
Diablo 1: El es noble de la casa del Rey David, pero no se dejen engañar por su humilde aspecto; en realidad es muy rico. (hablando con los demás) El pobre no tiene ni en qué caerse muerto, pero sí es rico en virtudes.
Gestas: ¿Así que se trata de un príncipe? Ya va gustándome el negocio.
Diablo 2: No hablemos más, ¡allí vienen!, son ellos. ¡Al ataque!
Gestas: ¿Listo, Dimas? Con este trabajito podrás comprarte tu tierra.
José: ¿Cómo te sientes María? No acabo de comprender cómo en tu estado te empeñaste en acompañarme en este penoso viaje.
María: No te apenes por mí, José. En el necio mandato del César he descubierto uno de esos designios misteriosos de Dios, que Gusta de actuar a través de los hombres, para realizar sus planes de salvación.
Gestas: ¡Ni un paso más o dense por muertos! No se defienda. Esto es un asalto.
Gabriel: (Sale al frente con la espada en la mano) No se atrevan a tocar a esta buena gente, porque yo he sido puesto como guardián de sus vida.
Dimas: Vámonos, compañero, la mujer está esperando un niño. Va a ser madre y no merece esto.
Gestas: ¡Otra vez con tus supersticiones!, yo he venido por dinero y no me iré con las manos vacías. (Se acerca esquivando a Gabriel, arrebata a José su equipaje y sale corriendo del escenario perseguido por el ángel Gabriel)
Dimas: Les suplico que nos perdonen, buscaré a mi compañero para que les devuelva sus bienes.
María: Allí va un buen hombre que equivocó el camino, pero algo me dice que al final terminará por encontrar el buen camino.
José: ¡Qué desgracia, María!, ese mal hombre se ha llevado todo lo que traíamos para el viaje. ¡Hasta el dinero!
María: Recuerda cómo Dios se vale de las circunstancias para conseguir sus designios.
José: Tienes razón, mira cómo las cosas se componen: allá veo venir a mi prima Esther. Ella nos ayudará.
Esther: ¡José, bendito el César con su famoso edicto, que te ha hecho regresar a la casa de tus padres! ¡María, veo que esperas un hijo, que Dios te bendiga!
José: Que te bendiga a ti, Esther, pues has llegado en el momento oportuno. Nos han robado
todo lo que teníamos y no tenemos a donde llegar. Por favor ayúdanos en este momento difícil.
(El diablo se acerca, invisible para los actores, y habla insinuante al oído de Esther)

Luzbel: No te creas, no te dejes conmover por estos parientes que quieren aprovecharse de tu generosidad. ¿cómo sabes si es cierto que los robaron?
Diablo 1: A lo mejor José sólo quiere ahorrarse el gasto de la posada. Tú sabes lo molesto que es una mujer que va a dar a luz.
Diablo 2: Además acuérdate de tu marido. A él no le gustan tus parientes. Acuérdate de tu marido, acuérdate de tu marido…
Esther: Mi querido José, cuánto me apena lo que les ha pasado. Si, te ayudaré con mucho gusto porque para eso son los parientes: iré a denunciar el robo a la autoridad de Belén para que salgan en busca de los ladrones.
José: Gracias, Esther, ¿Podrías también darnos hospedaje por esta noche? Mi esposa piensa que esta noche nacerá nuestro hijo.
Esther: Me da mucha vergüenza no poder ofrecerte ni siquiera un rinconcito. Tú sabes que mi casa es muy chica y, además, mi esposo está un poco indispuesto… ¡Bueno, la verdad es que a él no le gustan mis parientes! ¿Me comprendes? El tiene muy mal genio.
María: No te preocupes, Esther, nosotros comprendemos.
Esther: Los puedo llevar a la posada y mañana vendré a verlos para platicar de los viejos tiempos.
José: Nosotros ya sabemos el camino de algunas Posadas, no te preocupes por nosotros.
(Caminan juntos y comienzan a tocar en las posadas)
José: ¡Posadera, abre tu puerta que somos gente de bien!
Posadera: No hay lugar. No insistan. Nunca la posada había estado tan llena.
José: Tan sólo un rinconcito apartado para mi esposa que espera un niño para esta noche. Viene
cansada.
Posadera: ¿Va a ser mamá? Déjame ver.
Luzbel: Buena mujer, no te dejes engañar. Esos pueden ser cuentos, ya no saben que inventar para conseguir un cuarto.
Diablo 1: Además aunque fuera cierto, esa gente pobre resiste mucho. No le pasará nada a esa mujer.

Diablo 2: ¿Cómo sabes si son gente honrada?, ¿Qué tal si se van sin pagar? Porque no se si ya lo notaste, pero ni morral traen.
Posadera: Puede que tenga por ahí un cuarto, pero yo cobro por adelantado porque ya se me han ido muchos sin pagar. ¿Traes dinero?
José: Mira buena mujer, yo soy José, soy hijo de Jacob, soy de este pueblo. Somos gente honrada; pero hace un momento unos ladrones nos quitaron lo poco que teníamos.
Posadera: Entonces no hay lugar.
José: No te preocupes María, no pierdas la confianza en Dios. (toca otra puerta)
Zaqueo: (abriendo la puerta) ¿en que puedo servirte?
José: Soy José y ella mi esposa. No hay lugar en la posada y necesitamos un techo para protegernos. Nosotros somos pobres y hemos sido asaltados, pero yo te pagaré trabajando.
Luzbel: Si como no, se las da de muy honrado ¿tu le crees?
Diablo 2: Que le ayude uno de esos buenos judíos observantes de la ley, honrados como el.
Zaqueo: Mi casa no es digna de que la pises, porque tu eres un hombre honrado. Busca a uno como tú.
María: Ve con Dios, Zaqueo. Si no hoy, tal vez mañana des hospedaje a un hombre honrado. Ve con Dios.
Zaqueo: No entiendo, mujer, pero gracias por tu buen deseo.
(Se acerca un hombre caminando por las calles)
José: ¡Disculpe, buen hombre!
Epulón: ¿No conoces mi nombre? ¡Todos me conocen! Soy el hombre más rico de Belén. Mis banquetes son famosos en toda Judea. Todos sap en que mi mesa es mejor que la del mismo Herodes. Soy el rico Epulón. ¿Qué quieren de mi? Habla pronto porque tengo prisa.
José: Venimos de Nazaret y no tenemos un lugar para pasar la noche. Nuestro hijo está por nacer.
Epulón: ¡Quieres que te invite a mi casa? ¡Estás loco! Con su facha de pobres sería una vergüenza para mis fiestas. Pero para que veas que soy bueno, puedes ir a la puerta de mi casa y esperar a que mis criados sacudan las migajas del banquete.

Luzbel: Vaya, vaya! Este salió más diablo que nosotros!
Diablo 2: ¡Que gacho jefe¡, ni siquiera necesito de tus consejos.
Luzbel: ¡Cállate insensato! Fuera de mi vista
(Se acercan tres pastores a José y María)
Lupita: Pobre hombre a nadie se le conmueve el corazón.
Bartolo: A lo mejor nisiquiera tiene corazón.
Lupita: Si que lo tiene, de eso estoy segura.
Blasa: Somos pastores de Belén, Soy Blasa, ella Lupita y el Bartola, un poco flojo y parece tonto, pero es bueno como el pan.
Bartolo: (se lame un brazo y enseguida escupe)
Blasa: ¿Qué haces Bartola?
Bartolo: Me estaba probando para ver si soy tan bueno como el pan, pero más bien tengo sabor a mugre.
(José y maría ríen)
Blasa: Se los dije, es un tonto de primera
María: Pero me ha hecho reír y dios sabe cuanta falta me hacía reírme en esta noche.
Lupita: He oído que buscan albergue.
José: Soy José y ella es María. Está esperando un niño.
(Bartola comienza a buscar afanosamente, viendo de un lado a otro del escenario)
Blasa: ¿Qué haces Bartolo?
Bartolo: Estoy viendo si viene el niño al que ella espera.
Lupita: Tonto y retonto, Perdónenlo, siempre es así.
María: Y que lo siga siendo. Alegra el corazón.
Blasa: me imagino que no han encontrado un lugar en todo el pueblo. Todo está ocupado por peregrinos. En estos momentos nosotros vamos al campo de los pastores a cuidar el rebaño. No está lejos. Allí podremos ofrecerles un lugar junto a nuestra fogata y un trago de agua caliente. No es mucho, pero al menos se protegerán del frío y tendrán ayuda.
María: ¡El campo de los pastores! Qué bello lugar para que nazca el cordero de Dios. Vamos, José, te dije que Dios tiene extraños caminos para lograr sus designios.
Bartolo: Porque no los llevamos a la gruta, en donde guardamos el rebaño en las noches de mucho frío. Allí nacerá su borreguito y estará más calientito.
Lupita: Tienes razón Bartola, después de todo no eres tan tonto. Los llevaremos a la gruta y allí les daremos algo de comer y ropa de abrigo para que su hijito no pase frío.
José: Gracias, porque sin pedirles nada, ustedes nos han ofrecido todo.
Bartolo: Vamonos a nuestra gruta, amigos, pero vamonos despacio porque estoy cansado.

ESCENA 2 (Portal)

Zaqueo: José, los he buscado por todo Belén. Por fin dos pastores me han informado donde podía hallarlos.

María: Dios te trajo, buen hombre. Entra a contemplar a mi Niño

Zaqueo: ¡No soy un buen hombre!, pero quisiera serlo.

José: ¿Por qué nos buscaste?

Zaqueo: Todavía tengo conciencia. El recuerdo de su angustia no me permitió dormir. No se como permití que un Niño naciera en un lugar como este. Me siento triste porque yo lo permití. Pude haberles ayudado, deseaba hacerlo, pero no lo hice porque mi soberbia me venció. Me derrotó mi amargura. José, estas dos bolsas guardan el dinero que he acumulado hasta hoy. Ten una. Hoy quiero dar la mitad de mis bienes a ustedes.

José: Gracias, Zqueo, con este dinero pasaremos los días que tengamos que estar lejos de Nazaret.

Zaqueo: Déjenme ver a su niño. Que bello es, siento que brota una ternura que alivia mi alma adolorida.

Luzbel: Esto está saliendo muy mal. Ese Niño inspira tales sentimientos de bondad que mi maldad queda anulada.

Diablo 1: Señor, allá viene una mujer por el camino. Es la pariente de José, Esther, la egoísta, la miedosa.

Diablo 2: Si señor ten confianza en ella. Todo egoísta es tu aliado.

Esther: José, hermano mio. Este no es un lugar digno para que nazca un niño. No he podido dormir por los remordimientos. Le platiqué a mi esposo lo que no hice por ustedes y el mismo me ha enviado a buscarlos para llevarlos a casa. Perdonen mi egoísmo. Mi esposo les envía estas telas para que le hagan pañales al recién nacido. ¡Déjame ver a ese pariente mío, descendiente de David!.

María: Míralo, Esther, y adóralo, pues en él se han cumplido las profecías y él es el Hijo de Dios hecho hombre.

Luzbel: (haciendo berrinche) ¿Qué esta pasando esta noche que los malos se vuelven buenos? Estoy estoy perdiendo esta guerra.

Diablo 2: Allá viene ese pastor bruto, evitaré que entre a adorar al niño. Bartolo, bartolito.

Bartolo: ¿Quién me llama?

Diablo 2: Soy yo, un ángel.

Bartolo: Pues ya me los cambiaron.

Balsa: Si, porque esta noche he visto muchos ángeles que bajaron del cielo para avisarnos a los pastores que nos ha nacido el Redentor y tú estas muy feo para ser ángel.

Diablo 2: Es que vengo disfrazado para darles una contraorden directa de Dios para que la lleven a los pastores: fijense que siempre no va a nacer el Redentor.

Luzbel: Pero que menso esta este! Bueno la verdad es que ha sido una falsa alarma, así que regresen al calor de su hoguera.

Diablo 3: Descansen y duerman a pierna suelta, porque hoy tuvieron un día muy agitado.

Bartolo: Mucho. Pero tengo flojera de regresar.

Balsa: ¿Cuándo no? pero vayamos antes con José y María.

Lupita: Veamos si se les ofrece algo.

Luzbel: Ese dos no son tan mensos como parecen. Pero allá viene la posadera.

Diablo 2: vamos jefe, duro con ella!

Luzbel: Buenas noches.

Posadera: Buenas noches y adiós porque llevo prisa, los ángeles han anunciado el nacimiento del Redentor y me importa poco tu conversación. Yo estoy dispuesta a morir por mi rey, por ese pequeño que hoy ha nacido. (entrando a la cueva), María y José, lamento haberme equivocado con ustedes, Ya corrió la noticia por todo Belén, y yo vine corriendo a adorarlo como todo un rey.

Maria: Seas Bienvenida.

Luzbel: ¡Maldita seas!

Diablo 3: ¿Qué nadie tiene malas inclinaciones? Bartola ha vencido su pereza y ha llegado corriendo, antes que ningun otro pastor y con el Blasa y la dichoza posadera ha sacado su valor para ofrecer hasta su vida por ese niño.

Dimas: (entra corriendo) ¡Este es un asalto! Vengo a regresar lo que robamos anoche y a pedirles perdón por los daños que les ocasionamos.

Gestas: Por mi culpa su niño ha tenido que nacer en este lugar que no es digno ni de un ladrón.

María: Si mi niño hubiera nacido en un palacio, tu no te hubieras atrevido a venir a el. Y el te quiere siempre a su lado hasta el final.

Dimas: Pero somos unos ladrones

José: Pues róbate el cielo

Gestas: Ese si sería un buen botín, después de ese trabajo me podría retirar.

Lupita: Buen botín es el que trae ese hombre el Epulon, el más rico de Belén.

Epulon: Vengo a traer esto para el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Querido niño, si eres Rey, acuérdate de mi cuando estes en tu reino.

Lupita: ¿No notan un olor muy feo aquí?

Zaqueo: Oleras mi amargura

Esther: O mi egoísmo

Blasa: O mi miedo

Dimas: O nuestra maldad

Posadera: No huele a infierno, huele a Diablo

Gabriel: Vete, Diablo!

Ángel 1: En el infierno podrás dormir junto a la hoguera a pierna suelta. Ya nada tienes que hacer aquí. Has sido vencido por un niño.

Ángel 2: Su amor ha salvado a estos hombres. Ellos te han dicho que no. Te han derrotado. Vuelve a tu infierno con la cola entre las patas.

(pelea entre diablos y ángeles)

Luzbel: Aunque me pese, tengo que aceptar mi derrota, contra ese enemigo nada puedo.

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